Arte y Espectáculos

Paz Martínez: “No me tapo la nariz con ningún género”

El destacado compositor y cantante celebra 50 años en la música, con disco y streaming. En una charla íntima con LA CAPITAL confesó que le hubiese encantado ser un gran pianista y dedicar su vida a tocar obras de Chopín.

Por Claudia Roldós

No importa la edad. Todos hemos escuchado y cantado, alguna vez, una canción de Paz Martínez. Aunque no lo sepamos. Porque las composiciones de Norberto Alfredo Gurvich, han estado -y siguen estando-, no solo en su corazón, su puño y su garganta, sino también en las bandas de sonido de novelas de varias décadas y en los repertorios de una enorme cantidad de artistas, tanto de Argentina, como de otros países. Desde Mercedes Sosa, hasta Madonna, de Rodrigo a Paloma San Basilio, desde Armando Manzanero hasta Miranda, o Paul Anka, Luciano Pereyra a María Marta Serra Lima. Y como sigue escribiendo, porque para él “escribir es como respirar”, más corazones, más labios, siguen interpretando sus canciones: Los Palmera estrenaron un tema con su letra y Raúl Lavié está terminando otro, sobre la que el Paz Martínez, en una charla con LA CAPITAL, no quiso adelantar una sola palabra.

Sobre esa versatilidad asegura, categórico: “Es que yo no me tapo la nariz con ningún género, ni para disfrutarlo, ni para escribirlo, los respeto a todos”.

Paz -o Beto, como lo llaman en su casa- también sigue grabando canciones propias. Y de ellas surgió “Ciclos” el disco que editó como parte de la celebración de sus 50 años de carrera musical y que presentará en vivo este sábado, 16 de octubre, en un show por streaming que se podrá disfrutar en familia (www.tickethoy.com).

Cincuenta años desde que registró su primera canción. No recuerda el nombre, claro, porque confió que tiene “unas 600 o 700, solo en la computadora de casa”.

Prolífico, carismático, verborrágico y atento, solo quiso adelantar algo de una de las canciones de “Ciclos”: la que escribió para su primer nieto, aunque reconoció que “yo no me había dado cuenta, fue mi mujer quién me dijo, esa canción está hecha para Tomás”.

Entre los nervios y la ansiedad por volver a pisar un escenario, pero por primera vez sin público presencial, Paz Martínez confesó que le hubiese encantado ser un pianista eximio y dedicar su vida a ejecutar el repertorio de Frédéric Chopin. Cuando su padre pudo le compró una guitarra, “el piano de los pobres”, recordó. Por ello, ante la pregunta ¿qué significa el piano para usted? respondió: “Un misterio. La herramienta en la que me apoyo para no caerme”.

– Va a hacer un show por streaming por primera vez. ¿Cómo se prepara?

– Estoy ansioso y nervioso. Después de tantos años de carrera, es una primera vez. Pero es una manera de levantar la mano y decirle a al público, a nuestros amigos: estoy acá. Estamos con canciones nuevas, óptimos y muy felices, frente a este nuevo desafío. Es una propuesta de Patricia Sosa, vamos a estar desde El Templo y está todo perfectamente armado para estar con toda la banda desde ese escenario, con cámaras en alta definición y sonido impecable. Y por estas cosas de la tecnología, además del repertorio que preparamos, voy a tener un espacio de “delivery” de canciones para que mi público me pida aquellas que toco poco, pero que ellos conocen tan bien.

– 50 años de carrera… ¿El amor sigue estando en primer plano?

– Yo le he escrito a todo el amor, lo di vuelta de un lado para el otro, le escribí a toda la paleta de colores de lo que significa el amor, de lo que decía la palabra, lo que encierra ese universo. Pero nunca me había tocado este tipo de amor, nunca lo había experimentado. Y surgió en esta canción “Qué sea de amor (palabras para mi nieto)”. Sin darme cuenta escribí ese sentimiento que no había abordado antes y le estaba hablando a mi nieto y a todos los nietos y nietas.

 

– ¿Cuánto de la experiencia es importante para que surja el sentimiento y plasmarlo en la letra y cuánto de capacidad de observación?

– Para mí hacer canciones es como respirar. Me encanta encontrarme con la hoja en blanco, sé que alguna historia voy a encontrar. Yo tengo una gran capacidad de observación y no se si es que estoy atento a todas las señales o las señales vienen a mí. Como en la canción para mi nieto que me sorprendió, fue como si me la hubieran dictado. Es así de simple, cuando me pide un artista una canción, para mí es un desafío y un juego. En la pandemia me pidieron los chicos de Los Palmeras y para hacerla me vestí de los palmeras para imaginarme cómo es el público que los va a ver, me imagino que mientras ellos tocan la gente baila y entre esa gente alguien me llama la atención y ahí surge una canción, una historia. Soy como un actor que se pone en la piel del personaje, de repente puedo ser un galán interpretando una comedia romántica y de repente puedo ser el perfecto asesino. Además, para mí es un desafío, en esa piel, encontrar la temática sobre la que todavía no ha cantado quién me pide la canción.

– ¿Es esa capacidad de componer para géneros y artistas tan distintos, el secreto de que su música, sus temas, hayan trascendido generaciones?

– Sí, claro, ¿Sabes por qué? Porque me gustan todos los géneros musicales, absolutamente todos. Yo no me tapo la nariz con ningún género, ni para disfrutarlo, ni para escribirlo. De repente tengo ganas de escuchar música y escucho música clásica en el auto, y si estamos en una reunión sale un cuarteto o reggaetón y me gustan muchísimo el tango y el folkore. Respeto a todos y sé que para cada momento hay un género. Y bailando soy de madera, pero en casa canto de todo, sobre todo las canciones que me hubiera gustado escribir a mí.

– ¿Sigue reglas autoimpuestas para componer?

– Desde el punto de vista literario siempre uso un lenguaje cotidiano. Desde el punto de vista musical, he tratado de no meterme en hacer algo muy elaborado que de repente sea para que los músicos digan ‘ah, mira qué maravillosa la inversión del acorde que hizo o esta progresión’. No, lo que menos me interesa es la opinión de los que saben. A mí me interesa si mi canción emociona, si llega al público. Y si hay algo que cuido es no caer en lo que se llama sinalefa. Cuando se juntan en dos palabras la misma vocal, es difícil, por eso las evito. Y tengo muy claro que la canción tiene que terminar muy fuerte.

– ¿Cambió la forma en la que escribe sobre el amor?

– Yo tengo mi modo de escribir sobre el amor. El amor romántico, lo que yo experimenté y experimento probablemente hoy en día no se viva de la misma manera. Hay un abismo hoy, con respecto a cuando yo escribí Amor pirata o Que par de pájaros. ¿A quién le llamaría la atención eso hoy? Pero creo que en el fondo todos buscamos enamorarnos porque creo que no hay otro momento en el que el ser humano se sienta mejor que cuando está enamorado. Cuando estás enamorado está todo bien, suben las defensas, los anticuerpos. Algún secreto tiene la energía formidable del amor y siempre voy a creer en eso. Una cosa siempre tuve clara -y me la dijo hace muchísimos años mi amigo Armando Manzanero-: siempre ser respetuoso, nunca agredir a la mujer en una canción.

– ¿Qué significa el piano para usted?

– Un misterio. Claro porque yo no soy pianista, sino guitarrista. Soñaba con tocar el piano, pero cuando era chico tener un piano era solamente para familias que tenían pasar importante, y en mi casa éramos una familia muy humilde, por más que mi viejo tuvo un muy buen trabajo. Como me dijeron en un momento, ‘tu viejo te regaló el piano de los pobres’: la guitarra. Y me la regaló, cuando pudo, porque en casa, con una madera, dibujé las cuerdas y los trastes para practicar los tonos y las canciones que estaban en una la revista que me habían prestado. El piano apareció de grande. Si yo hubiera estudiado bien piano, que no te quede la menor duda, hubiera consagrado mi vida a tocar a Chopin. Me gusta la música clásica en general, pero Chopin puso el piano en un lugar de protagonismo increíble. Su música es maravillosa, me emociona su historia, lo que hizo, inventó todo. Yo siempre digo que no toco el piano, me apoyo para no caerme, lo uso como herramienta de trabajo. No soy virtuoso tocando el piano, pero la imagen que doy, vestido de traje, con camisa blanca, pañuelo rojo y flores sobre el piano de cola, es lo que el público mío está esperando.

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